Año 3, Número 6, julio-diciembre 2022

 

Diccionario de violencia contra la mujer, de Rosa Luna García, Instituto de Terminología Ricardo Palma. ¿Puede la lexicografía y terminología contribuir a la disminución de la violencia contra la mujer en Latinoamérica?

 

Por Laura Gabriela Linares Colmenares

 

 

“Vivimos buscando el mejor sistema de organizarlo todo,
para entenderlo, al menos. Mientras no llegue el único irrebatible,
el más inocente es el alfabético. Su vastedad puede parecerse
al caos que busca sustituir”

 

Ida Vitale

 

Si escribimos y nombramos lo que nos sucede,
será posible leer otra historia para ser mujer en México.

 

Fabiola Eunice Camacho

Resumen

 

Esta reseña presenta una lectura lingüística y social del diccionario de Rosa Luna García. Se comenta la obra como una investigación que despierta la reflexión sobre la importancia de conocer los espacios donde la violencia se desarrolla de manera silenciosa. El desconocimiento de manifestaciones y expresiones de violencia permite el tránsito libre de éstas, que luego desembocan en feminicidios. Se han destacado aspectos que resultan valiosos en la metodología y elaboración del diccionario de Luna García; tal es el caso de su organización en temas y subtemas. Se reflexiona sobre la importancia de conocer los términos en toda la dimensión de la violencia y no sólo los más conocidos mediáticamente. Así como se han profundizado en la importancia de conocer un repertorio amplio de los términos de algunos subtemas como feminicidio, agresor y los tipos de violencias: cultural, estética y estructural e institucional. En cuanto a la violencia cultural, se expone la idea de cómo ha sido una violencia que se ha sentido ajena en Latinoamérica, pero que forma parte de la historia de sus mujeres. Se destaca el valor de contar con un diccionario muy especializado, de cuidado lingüístico, dentro de un área como los estudios de género y feminismo. Se comenta sobre la estandarización en las definiciones, para generar una fuente disponible y apta para lectores de cualquier nivel de instrucción. Por último, se menciona la importancia de que los trabajos lexicográficos y terminográficos en este tipo de temas se continúen produciendo desde espacios justos para la mujer.

 

Palabras clave: violencia de género, violencia cultural, léxico, terminología y estudios de mujeres.

 

Summary

 

The following review presents a linguistic and social reading of Rosa Luna García’s dictionary. The work is commented as an investigation that opens the reflection on the importance of knowing the spaces where violence develops silently. The ignorance of manifestations and expressions of violence allows the free transit of these, and then they lead to femicides. Aspects that are valuable in the methodology and elaboration of Luna's dictionary have been highlighted, such is the case of its organization into themes and sub-themes. Just as the importance of knowing a wide repertoire of the terms of some subtopics such as femicide, aggressor and types of violence have been deepened; cultural, aesthetic and structural and institutional. It reflects on the importance of knowing the terms of all the dimensions of violence and not only better known in the media. Regarding cultural violence, the idea of how it has been a violence that has felt foreign in Latin America but that is part of the history of its women. The value of having such a specialized dictionary within an area such as gender and feminism studies is highlighted. Finally, it is commented on the value of standardization in definitions, to generate a source available and suitable for readers of any level of instruction.

 

Key words: gender violence, cultural violence, lexicon, terminology and women’s studies.

 


Foto: Leonardo Herrera González

La violencia es un fenómeno que en muchos de los casos logra calar hasta lo más profundo de la sociedad de manera silenciosa y contenida, y los actos visibles, que nos conmueven y asombran, son sólo una pequeña parte de su estructura. El desconocimiento de qué es violencia permite que esta puede transitar libremente entre las mujeres y se deja llegar hasta su fin último: una vida menos pero, ¿se conoce lo que verdaderamente significa la violencia contra la mujer? ¿Qué tiene de particular y propio ante los otros tipos de violencia?

Es cierto que ante la imagen que se tiene de violencia como un acto agitado, doloroso y despiadado, encontrarse con una obra donde se describen sus términos parece casi una paradoja, pero es un acto muy significativo y útil para prevenir la continuidad de estos hechos en cualquier comunidad donde se esté ejerciendo, e incluso como un medio preventivo.

El Diccionario de violencia contra la mujer es la última obra terminológica publicada por Rosa Luna García. Se ha tomado en cuenta su carácter lingüístico, y también se ha leído como una obra terminológica que cumple una función comunicativa y social. De hecho, Luna García lo expresa en el prólogo de su obra, y enfatiza que este diccionario va dirigido a:

 

“hombres y mujeres que deseen familiarizarse y empoderarse cognitivamente con la terminología de la violencia contra la mujer con miras a lograr microintervenciones, desde los espacios en que se ubiquen, tendientes a eliminar los prejuicios de género, así como las malas prácticas ciudadanas que giran en torno a este tipo de violencia. (9)

 

Hay una intención pedagógica en este diccionario, que atiende a una línea de investigación desarrollada por la autora en los últimos años. Su anterior proyecto, el Diccionario del Bullying, publicado en 2020, en el cual aunque el término violencia no aparece de manera explícita, no es más que el diccionario de la violencia y abuso de poder entre infantes de edad escolar.

El trabajo previo de Luna García también permite entender el desarrollo metodológico de la autora. En su primera obra terminológica, el Diccionario para profesionales de la traducción, publicado en 2017, y en el Diccionario del Bullying se evidencia una estandarización en la que destaca la organización en temas. Sin embargo, en una obra como el Diccionario de violencia contra la mujer se pone en práctica la adaptabilidad de su metodología de acuerdo con la naturaleza de este ámbito específico.

El diccionario está organizado de manera alfabética y su macroestructura contiene índice temático, el lemario y los anexos, pero en este caso lleva la clasificación clásica de Luna García, de temas a un segundo nivel: subtemas. Es justo este detalle el que marca la diferencia entre cualquier otro diccionario de feminismos o género (Gamba, Cobo et al, Hirata, Sau & Estudillo et al.). Es esa fina clasificación, sólo enfocada en violencia, la que hace que trascienda el foco mediático o más común del léxico vinculado a la violencia contra la mujer como lo es feminicidio, violencia de género, violencia sexual o violencia psicológica por ofrecer algunos ejemplos y se presentan términos específicos y complejos de la estructura violenta en Latinoamérica como: roce no consentido, male gaze, revictimización, tildar de puta, víctima de esterilización forzada, entre otras.

En la propuesta de la estructura del diccionario se encuentran los cuatro temas principales que, a su vez, se subdividen: 1. causas y consecuencias: feminicidios y síndromes y fobias; 2. intervenciones: buenas prácticas y malas prácticas, pruebas e instrumentos; 3. tipos de protagonistas: agresor y víctima y 4. tipos de violencia: cibernética, cultural, de género, económica y patrimonial, familiar y de pareja, física, institucional y estructural, laboral, mediática y estética, psicológica y sexual. Detenerse en cada uno de los temas es inabarcable para la extensión de un artículo, sin embargo hay ciertos subtemas dentro de esta clasificación que se consideran para profundizar.

En el tema causas y consecuencias se encuentra el término y el subtema feminicidio. Es cierto que este es uno de los fenómenos más tratados en el ámbito de la violencia, ya que cobra vida de mujeres, y en algunos diccionarios, como en el Nuevo diccionario de estudios de género y feminismos, de Susana Beatriz Gamba, se define esa entrada con un artículo enciclopédico encontrando información muy valiosa. En el caso del Diccionario de Luna García las definiciones suelen ser descriptivas y cortas pero que feminicidio también sea un subtema hace que el lector se enfrente con un léxico amplio y complejo de todo lo que implica. Hasta cierto punto la sociedad empieza a familiarizarse con esa palabra, la asumen como casi algo cotidiano, pero al encontrar que ella también está asociada con otras como desmembramiento, feminicidio contra las niñas, feminicidio familiar, logra mostrar la densidad de este fenómeno.

Otro detalle interesante de la organización temática es la especificación de tipo de protagonista, justo el subtema agresor. Aporta un conjunto de unidades léxicas en donde el hombre que perpetra la violencia hacia la mujer va desde un maltratador hipercontrolador, hostigador, a palabras contemporáneas con registros muy informales como machitroll, o machista orgulloso, pornovengador. Estos términos permiten desmitificar que el único que ejerce violencia es el asesino. De allí la importancia de tener una obra en donde se compile no solo homicida, feminicida, violador, sino aquellos términos que circulan en el discurso especializado o en otros registros que muestran la realidad de cómo se incuban los hombres violentos.

En cuanto a otras subcategorías se destacan tres: violencia cultural, institucional y estructural y estética. Son manifestaciones que se han invisibilizado y responden a lo que se ha propuesto a lo largo del artículo en cuanto a la normalización de la violencia como uno de los grandes problemas, sobre el cual la lingüística tiene un rol importante.

En violencia cultural se compilan términos como esterilización forzosa, aborto selectivo por sexo, escisión genital femenina, asesinato de honor, intercambio de niñas, planchado de senos, extirpación del clítoris, prácticas que pueden salirse del entorno de gran parte de los habitantes de América Latina pero que están vigentes mientras transcurre la segunda década del siglo XXI. Por lo tanto, se puede pensar que el continente latinoamericano está muy apartado de la violencia cultural, pero no ha sido ajena a ésta.

De acuerdo con la historia canónica, algunos de los actos que escandalizaron a los colonizadores cuando llegaron al continente fueron los sacrificios de sangre, canibalismo, entre otras prácticas rituales de los pueblos originarios. Sin embargo, esta “violencia” tenía una cosmovisión propia de su cultura, que no se relacionaba de manera directa con la imposición de poder entre miembros de sus propias comunidades y menos por género. Tomando algunas crónicas de la “conquista” como El Orinoco ilustrado, de Fray Bartolomé de la Casas, o La vida cotidiana de los aztecas en vísperas de la conquista, de Jacques Soustelle, se evidencia que las mujeres tenían un rol social importante, no había un tema de ejercer poder para someterla, tal como lo explica Burkhart:

 

Aunque las mujeres mexicas tuviesen una condición inferior a la de los hombres y muy poca autoridad política, caracterizar su posición en términos de ‘igualdad’ versus ‘subordinación’ es, como señala Kellogg, imponer categorías occidentales que simplifican una situación compleja y obstaculizan cualquier intento de entenderla en sus propios términos… Las mujeres mexicas trabajaron como mercaderas, doctoras, artesanas, sacerdotisas y quizás ocasionalmente como gobernantes: por lo tanto, fueron importantes y tuvieron un estatus alto. (23)

 

Por lo tanto, pensar que en los pueblos originarios había una estructura de violencia que la apartaba del centro social, la privaba de libertad y abusaba de ellas es cuestionable. De esta manera hace sentido lo expresado por Francesca Gargallo en Feminismos, de Abya Yala, cuando expone algunos casos sobre ciertos pueblos originarios como los guajiros, en los cuales la desigualdad de género e imposición de poder se desata en sus comunidades con la llegada colonial, aunque algunos movimientos feministas indígenas no están en total acuerdo con esto. Se entiende que la diversidad cultural de los pueblos a lo largo de América Latina es compleja y existen cosmovisiones y culturas diversas, por lo que tampoco puede darse una generalización y juicio definitivo. No se debe perder de vista que, finalmente, los pueblos originarios han terminado viéndose afectados por la supremacía masculina blanca, en su mayoría, convirtiendo a estas mujeres en víctimas altamente vulnerables. Quizás una de las sugerencias para una revisión de este diccionario podría ser incluir en sus subtemas violencia colonial.

Sin embargo, es importante tener esta perspectiva y comprender cómo la cultura de la violencia contra la mujer tiene unas raíces muy profundas en la concepción occidental. En el libro Cultura feminicida, el riesgo de ser mujer en América Latina, escrito por Esther Pineda, se hace un interesante recorrido por la manera en que históricamente la violencia contra la mujer en occidente se naturalizó y se adoptó como parte del sistema patriarcal. Pineda inicia desde la historia del Código Hammurabi, creado en la antigua Mesopotamia y considerado como el primer manuscrito jurídico de la humanidad, en el que se impone como pena a cualquier mujer que transgrediera los mandatos de la feminidad “quemar viva, empalar o obligar a suicidarse”. Esta violencia que data de miles de años atrás se ha arraigado y no sólo hace que las unidades terminológicas o léxicas del campo de la violencia contra la mujer sean desconocidas, sino que más bien no sean relacionadas con el léxico de la violencia.

En la violencia estética ocurre algo similar a la violencia cultural; de hecho proviene de ella. La cultura occidental ha impuesto estándares y patrones que obedecen a un imaginario de mujer físico y social único, donde el cuerpo de las mujeres ha sido sometido a violencia extrema para alcanzar estereotipos o responder a intereses del sistema patriarcal. Tal como lo expone Junia de Vilhena: “A imagem da mulher na cultura confunde-se com a da beleza. Este é um dos pontos mais enfatizados no discurso sobre a mulher a mulher pode ser bonita, deve ser bonita do contrário não será totalmente mulher” (113). En función de esta apariencia y concepción ideal se han desarrollado manifestaciones que se evidencian en algunos de los términos compilados: cuerpo avergonzado, hipersexualización, vergüenza corporal, y que gracias a la microestructura de los artículos y el uso del recurso V. (marca en la microestructura que indica vínculos) le permite al lector vincular con otros términos relacionados y llegar a entradas y definiciones de temas afines. Este proceso es muy interesante en áreas tan específicas dentro del diccionario, porque no se cuenta con tanto soporte y bibliografía, como es el caso justamente de la violencia estética, y tener marcado un recorrido léxico sienta unas bases sólidas para un desarrollo profundo de algunos de estos temas. Es interesante observar cómo pueden resonar tanto los términos de la violencia estética, aunque ha sido poco investigada, que incluso artistas emergentes también se han preocupado por ella y han usado como recurso el acervo léxico para generar conciencia, como es el caso de la obra de Andrea García Flores, ¿Cómo ser bella y elegante?

Así mismo, en el caso de la violencia institucional y estructural hemos llegado a normalizar de tal manera la violencia al cuerpo desde la medicina que casi es sorprendente encontrar términos como raspado, cauterización de genitales, inducción de parto, cesárea innecesaria. Estos procedimientos se institucionalizaron en nuestra sociedad y no se reconocen como actos violentos. Por lo tanto, que se hayan incluido en esta compilación terminológica da la oportunidad, al menos, de reflexionar sobre ello.

Si bien, el enfoque que le da Luna García a la violencia contra la mujer ofrece un panorama amplio de términos, también es destacable su cuidado a la hora de las definiciones y la manera sencilla y estandarizada en la redacción Se hace evidente que logró respetar unos parámetros para la extensión de sus artículos, que suele ser unas de las fallas de los trabajos terminológicos. También logró estandarizar el sustantivo como inicio de la descripción y manejar un lenguaje técnico, pero comprensible, para cualquier nivel de instrucción.

Otra característica importante es el material de su corpus, en el que incluye textos de redes sociales, blogs y medios digitales. Esto tiene un gran valor ya que en el ámbito general de feminismos y estudios de géneros se encuentran diversos diccionarios que se crearon hace algunos años como el Diccionario ideológico feminista, de Victoria Sau, o el Diccionario de estudios de género y feminismo, que han publicado una actualización porque en este momento es “importante la evolución de la condición psicosociopolítica de las mujeres y el pensamiento feministas” y gran parte de este pensamiento ha quedado expuesto en medios digitales. En estos tiempos parece haber una necesidad de volver a leer las palabras, reconocerlas; incluso esta necesidad ha generado que aparezcan obras empíricas como La diccionaria, de Ana Claudia Molinari. Este tipo de publicaciones son una muestra de la necesidad de seguir actualizando el léxico de estos fenómenos sociales.

Así, el Diccionario de violencia contra la mujer es una obra fundamental porque han sido años donde los términos también los definen hombres y desde un sistema que está dominado por ellos, en especial en el ámbito jurídico, contribuyendo en muchos casos a la impunidad:

 

¿Qué relación hay entre las definiciones jurídicas y las definiciones de las ciencias sociales? ¿Qué relación hay entre estas definiciones y las experiencias y vivencias de las víctimas?

Está claro que no es lo mismo una definición sociológica, antropológica u otra que una jurídica. Desde las ciencias sociales hay más libertad. (Sau, 564)

 

En el caso de definiciones propuestas por Luna García hay una correspondencia con la norma y una manera clásica lexicográfica en el artículo, pero una obra con un corpus amplio, pertinente organización temática. Este tipo de trabajos no sólo permite informar sobre la violencia y servir como un archivo sino que ayudan a disminuir la brecha de desconocimiento sobre qué es violencia contra la mujer antes de llegar al asesinato.

Referencias

 

Burkhart, Loise. 1993. Mujeres mexicas en “el frente” del hogar: trabajo doméstico y religión en el México azteca. Mesoamérica. 23: 23-54.

Cobo, Rosa y Ranea, Beatriz. 2020. Breve diccionario del feminismo.

De Vilhena, Junia. 2005. A violência da imagem: estética, feminismo e contemporaneidade. Mal-estar e subjetividade 1: 109-144

Estudillo, Joel, nieto, José y Jaiven, Ana. 2019. Diccionario enciclopédico del feminismo y los estudios de género en México. Ciudad de México: Cieg.

Gamba, Susan. 2021. Nuevo diccionario de estudios de género y feminismos. Argentina: Biblos.

Luna García, Rosa. 2020. Diccionario para profesionales de la traducción. Lima: Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas.

Luna García, Rosa. 2020. Diccionario del bullying. Lima: Universidad Ricardo Palma.

Luna García, Rosa. 2020. Diccionario de violencia contra la mujer. Lima: Universidad Ricardo Palma.

Hirata, Helean. 2002. Diccionario crítico del feminismo. Madrid: Síntesis.

Sau, Victoria. 2001. Diccionario ideológico feminista II. Barcelona: Icaria.

Pineda, Esther. 2019. Cultura feminicida, el riesgo de ser mujer en América Latina.