Año 4, Número 7, enero-junio 2023
La formación en traducción de textos de humanidades
Traducción de “La formation en traduction de sciences humaines“1
Por Charlotte Matoussowsky
Traducido por Jimena Anahí Campos Gómez, Andrea Contreras Abascal, Andrea Elizalde Martínez, Alexis Farid González López, Santiago Sebastián Gómez Ontiveros, Renata Inurreta Cancino, Maya del Rocío García Salas, Saúl Enrique Martín Vargas, Valeria Robles Rivas, Leyre del Carmen Rodríguez Cedeño, María Fernanda Rodríguez García y Aritzel Zarazúa Escobar.
Universidad Nacional Autónoma de México
Foto: freepik |
Mis más grandes agradecimientos a Sophie Bancquart (editora), Marie van Effenterre (traductora), Dominique Férault (traductor), Lucy Garnier (traductora), Maurice Mashaal (redactor en jefe) y a Nicolas Vieillescazes (editor y traductor) por aceptar las entrevistas.
Cuando dejé mi trabajo como traductora de prensa en 2016, tenía una ambición en concreto: trabajar por cuenta propia y traducir obras sobre feminismo, religión, historia, en pocas palabras, convertirme en traductora de humanidades. Sin embargo, me encontraba algo perdida en cuanto a los medios para conseguirlo. Nadie entre mis camaradas del máster se había dedicado a este campo de especialización y yo tenía pocos contactos en el mundo editorial, y aún menos en el mundo académico. Por ello, me propuse documentarme y conocer a las y los actores del mundo de la traducción, de la edición y de la investigación en humanidades.
A medida que se daban estos encuentros, se fue delineando el perfil del traductor actual —o más bien el perfil de la traductora, ya que las mujeres son mayoría en esta profesión— de ciencias sociales y humanidades (CSH) tal como lo ven las y los actores del sector. Esta visión a veces no concordaba con la que tenía como joven profesional egresada de una formación en estudios humanísticos y de un máster europeo en traducción especializada. Así fue como empecé a reflexionar sobre el perfil de la traductora ideal de CSH y, por lo tanto, sobre su formación. Intentaré dar una visión general de la formación actual y posiblemente futura para las traductoras.
Estas reflexiones se basan en conversaciones informales con profesionistas, en algunas entrevistas formales y en mi propia experiencia.
¿Se necesita formar a las traductoras? surgimiento de una problemática
Un interés reciente
Entre los años 2016 y 2018, tuvo lugar una proliferación de iniciativas a favor de la traducción de ciencias sociales y humanidades en Francia. Si bien este interés no es del todo nuevo, se incrementó a principios de este siglo con las primeras preguntas que se planteó la academia sobre la formación de las traductoras de CSH, debido a la ausencia de un programa especializado.
En 1981, el sociólogo estadounidense Immanuel Wallerstein ya anhelaba “una comunidad de traductores especializados, formados en técnicas de traducción y en las disciplinas de las ciencias sociales y humanidades2“ (p. 89) pues se dio cuenta de que las traducciones eran “realizadas por investigadores que no son traductores profesionales o por traductores que tienen principalmente una formación literaria” (p. 89). En 2001, el filósofo y traductor francés Rainer Rochlitz presentó, de manera muy general, las competencias necesarias para ese tipo de actividad. En 2004, los académicos Andrzej W. Tymowski y Michael H. Heim crearon el Social Science Translation Project, un grupo de trabajo que logró redactar una serie de pautas de traducción para el ámbito de la edición, conformado por investigadoras e investigadores de las ciencias sociales, así como por profesionistas de la traducción, de la edición y del periodismo. En el número 217 de la revista Traduire, la traductora Alicia Martorell destacó la importancia de la documentación y la investigación terminológica en este tipo de traducción especializada. Del 2009 al 2011, la editorial de la Escuela de Estudios Superiores en Ciencias Sociales (EHESS, por sus siglas en francés) y la institución homónima defendieron su punto de vista al respecto, al interior de la escuela, mediante un manifiesto, varios simposios y la creación del Taller de Investigación y Traducción en Ciencias Sociales (ARTESS, por sus siglas en francés). Este último promueve una traducción “dialógica” a cargo de un binomio constituido “por un especialista en la lengua y un especialista en la disciplina” (véase Leclerc-Olive, sección II – L’atelier : la traduction comme délibération, párr. 1). En 2011, Marie Meriaud-Brischoux, directora del ISIT (una escuela parisina de gestión y comunicación intercultural que forma a traductoras e intérpretes desde 1957), señaló en un artículo la “falta de conocimiento de lo que es la traducción profesional” por parte de la comunidad científica (párr. 7). En 2012, se publicó Traduire la littérature et les sciences humaines (Traducir literatura y humanidades), un libro dirigido por Gisèle Sapiro, cuyo trabajo se enfoca en las condiciones materiales de la producción de traducciones. Y, por supuesto, ese mismo año, Traduire consagró su número 227 a la traducción de CSH. Finalmente, en 2014, en un informe encargado por el Instituto Francés, las sociólogas reconocieron las diferencias entre traductoras “profesionales” y traductoras “académicas” y recomendaron el desarrollo de su formación continua por medio de residencias (véase Frisani, 2014).
Así pues, el interés académico por la traducción de las ciencias sociales y las humanidades y por quienes la practican no es una novedad. Sin embargo, si se compara con la abundante literatura intelectual que genera la traducción desde hace siglos, se puede constatar que este interés es muy reciente y relativamente escaso hasta la década del 2010.
Una proliferación de iniciativas
En la segunda mitad de la década del 2010, la actividad académica en torno a la traducción de las ciencias sociales y humanidades se intensificó en Francia. En 2016, la EHESS implementó un seminario mensual con una duración de tres años, “Pensar en varias lenguas: edición de traducciones de las ciencias sociales en la actualidad”, y ofreció varias conferencias. El centro Traducción y Comunicación Transcultural (TRACT, por sus siglas en francés), de la universidad Sorbonne Nouvelle y dirigido por Bruno Poncharal, organizó varios simposios y seminarios dedicados a la traducción de CSH desde 2014 y, sobre todo, en 2017. El mayor avance es que este interés no solo se ve reflejado en simposios y libros, sino que también da lugar a la organización de las y los actores y a diversas iniciativas de formación.
De esta manera, en 2017, ATLAS, una asociación francesa promotora de la traducción literaria, creó el primer programa dedicado específicamente a la formación en traducción de CSH, “la Fábrica de humanidades”. Esta iniciativa está inspirada en un programa llamado “la Fábrica de Traductores”, que ya se había probado en su modalidad de residencias con duración de tres meses para jóvenes profesionistas (véase la entrevista en francés con Jörn Cambreieng, en el número 241, p. 47 de la revista Traduire). En concreto, se trata de cuatro talleres intensivos de una semana cada uno, dedicados, respectivamente, a la historia, la filosofía, el pensamiento crítico, la sociología y la antropología. Cada sesión se organiza en asociación con una universidad. Cada taller recibe ocho aprendientes, que ya deben contar con un proyecto de traducción en marcha para que su postulación sea aceptada. Las aprendientes son supervisadas por traductoras especializadas en CSH que comentan su trabajo. La experiencia se repitió a finales de 2019 con un “taller de filósofos”.
La organización de la “Fábrica de humanidades” produjo el efecto de un big bang: de inmediato, las participantes se diseminaron y diferentes grupos aparecieron, muchas veces con un objetivo de autoformación. De esta manera, solamente el taller “Traducir la sociología y la antropología” dio lugar a tres iniciativas distintas: el n8 (un colectivo de traductoras), el taller de Traducción en ciencias sociales (ATraSS, por sus siglas en francés) y Feminismos En Línea: Circulaciones, Traducciones y Ediciones (FELiCiTE, por sus siglas en francés). Este último proyecto es el que más se ha desarrollado actualmente: se trata de un programa multidisciplinario llevado a cabo por centros de instituciones de educación superior de Lyon (la Escuela Normal Superior y la Universidad de Lyon) que derivó, entre otras cosas, en la organización de un seminario de investigación en traductología y talleres de traducción. En París, el ATraSS es un grupo de trabajo integrado por estudiantes de doctorado, cuya sede se encuentra en la EHESS. Durante el año escolar 2018-2019, reunió a participantes de diversos ámbitos en torno a la traducción de un artículo sobre sociología, con el objetivo de sensibilizar a la comunidad científica sobre los desafíos de este tipo de traducción.
Otra iniciativa destacable con respecto a la organización de la profesión es la creación de la Asociación de Traductores y Editores en Ciencias Sociales (ATESS, por sus siglas en francés). Fue fundada en 2018 por un pequeño grupo de traductoras y editoras universitarias con el apoyo de la EHESS y contaba con veinte integrantes a mediados de 2019. Su principal objetivo es la profesionalización de la traducción académica y la valoración del trabajo de las practicantes independientes, ofreciéndoles visibilidad y acceso a una red profesional, así como la implementación de buenas prácticas. Para obtener el estatus de miembro activo, las aspirantes deben haber publicado al menos una traducción de un artículo o de una obra. Debido al contexto de su creación, la asociación está más enfocada en las traductoras que trabajan en el ámbito universitario que en aquellas que colaboran con las casas editoriales.
Así pues, desde hace algunos años se observa cierta efervescencia en torno a la traducción de CSH y a la formación de aquellas que la ejercen. Sin embargo, para crear el contexto formativo que permitirá a las traductoras responder a las necesidades del ámbito de la investigación y del mercado, aún es necesario conocerlas con precisión y definir las competencias que deben desarrollar las practicantes.
La cuestión de la competencia
Las expectativas del mundo editorial y científico
Actualmente, no existe una formación inicial específica en la traducción de humanidades en Francia. Quienes estudian el máster en traducción literaria o traducción técnica, a veces se acercan a este tipo de textos durante sus cursos de traducción “general”, pero no exploran los temas que les son propios más que de manera secundaria, al menos en mi experiencia. Ante la falta de un “semillero” del cual echar mano, las y los editores que he conocido reclutan según dos lógicas: la de la red y la de competencias.
Cuando se les pregunta sobre las principales cualidades que esperan de una traductora, lo primero que las y los investigadores y editores dicen es que quieren a una especialista en el tema. Muchas y muchos señalan los problemas que han tenido con las traductoras “generalistas”, como el desconocimiento de conceptos disciplinarios o los problemas de comprensión debidos a la falta de conocimiento de la literatura científica. Sin embargo, algunas y algunos matizan sus comentarios considerando que la identificación de conceptos quizás se debe más a una actitud de curiosidad y a una cultura general vasta, que a un saber especializado adquirido por medio de la investigación universitaria.
Otra habilidad esencial a los ojos de quienes dan las órdenes, mencionada en particular por las y los editores comerciales, es la “pluma”, la capacidad de escribir, la capacidad de desarrollar un razonamiento, de captar la atención de quienes leen. Una editora entrevistada señaló que es más fácil y rápido corregir los errores de contenido de una traductora que tiene poca familiaridad con el tema, que rehacer la prosa de una especialista con competencias lingüísticas deficientes.
Por último, si bien hay personas que pasan por alto estas habilidades, porque les parecen evidentes, hay quienes no olvidan mencionar el dominio de la lengua fuente.
Para encontrar la joya que reunirá estas competencias, las y los encargantes recurren a sus redes. Si ejercen en el mundo universitario, recurrirán en primer lugar a sus colegas: especialistas en un ámbito, en un área cultural, pero también investigadoras que han trabajado en el extranjero, o simplemente doctorandas deseosas de enriquecer su currículum. De igual forma, si ejercen en el medio de la edición de ficción, es natural que recurran a las traductoras literarias con las que han llegado a tener alguna colaboración fructífera (precisamente son ellas las que a menudo proponen los proyectos). En su defecto, pedirán contactos a sus compañeras y compañeros. En cualquier caso, la confianza es la palabra clave y, la recomendación, la llave para obtener un trabajo. Las y los encargantes rara vez solicitan ver el currículum de la prestadora del servicio y a menudo no conocen su trayectoria académica. Ninguna de las personas entrevistadas recurrió a agencias, directorios o plataformas de networking.
El punto de vista de las practicantes
Las traductoras de ciencias sociales y humanidades, por su parte, han iniciado un trabajo reflexivo sobre su actividad. Para el filósofo y traductor Rainer Rochlitz, la traductora debe “conocer lo mejor posible las dos lenguas” (párr. 2), en particular la lengua meta, “saber escribir” (párr. 3) “disponer de un mínimo de conocimientos del ámbito científico en cuestión” y “de una cultura general bastante amplia” (párr. 4). La traductora Alice Berrichi (2012), antropóloga de formación, sugiere un “triple nivel de competencias”:
competencias lingüísticas: dominio perfecto de la lengua meta y conocimientos suficientes de la lengua fuente para captar todos los matices; especialización en un campo de investigación específico [...], en el que el traductor debe estar completamente inmerso; competencias literarias, indispensables para reproducir la obra en un texto estético, claro y adaptado al público local3. (párr. 36)
La ATESS enuncia las cosas un poco diferente en su sitio web. Primero se menciona el “perfecto dominio” de las lenguas de partida y de llegada (en una versión anterior se utilizaba la palabra “bilingüe”) antes de añadir que la traductora “idealmente debería contar con una formación en investigación” (sección Qu’est-ce qu’une bonne traduction en sciences humaines et sociales ?, párr. 1). Cuando se le preguntó sobre este último punto, una afiliada de la asociación expuso las destrezas y aptitudes interpersonales adquiridas de este modo: investigación documental (elaboración de una bibliografía, lectura rápida), manejo de la estilística (tono neutro, construcción de la argumentación) y comprensión de los propósitos del encargante.
La competencia traductora: ¿un punto ciego?
Curiosamente, todas estas y estos actores apenas mencionan las competencias específicas para la traducción, como si la competencia traductora fuera igual a la suma de conocimientos lingüísticos, disciplinarios y estilísticos. Sin embargo, la capacidad de transferencia de una lengua a otra, de un texto a otro, no debe darse por sentada, incluso para las y los especialistas bilingües, como lo demuestra la abundante literatura sobre el tema en la didáctica de la traducción, especialmente en el campo jurídico y médico. Debido a que no podemos citar todo aquí, me baso en el estándar de competencia de la red Máster Europeo en Traducción, que considera que
la competencia traductora [...] abarca no sólo la fase que consiste realmente en transferir el significado de una lengua a otra [...], sino también todas las competencias estratégicas, metodológicas y temáticas que entran en juego antes, durante y después de la fase de transferencia propiamente dicha. Esta competencia se divide en catorce destrezas tales como la reformulación, la documentación y la revisión4.
En mi opinión, la omisión de estas competencias fundamentales puede explicarse por el hecho de que muchas traductoras de CSH han aprendido su profesión “sobre la marcha”, desarrollando una práctica de traducción intuitiva, y porque la mayoría de las y los actores no están familiarizados con la didáctica de la traducción, ni de forma práctica, ni académica. Por supuesto, esto no les impide poseer e implementar estas habilidades sin saberlo.
Los tipos de perfil
Para resumir los comentarios de las y los encargantes y de las prestadoras de servicios, podemos esbozar una tipología de traductoras de humanidades en función de su trayectoria formativa y profesional.
La traductora investigadora
El primer perfil es el de la traductora investigadora. Gracias a su dominio de por lo menos una lengua extranjera (no es raro que sea originaria de otro país o que haya hecho largas estancias ahí), esta traductora usualmente descubrió la traducción durante su doctorado, cuando sus colegas le han pedido traducir un trabajo o un artículo. Después de haber disfrutado la experiencia, continuó con esta actividad a lo largo de su carrera, en algunos casos hasta el punto de hacerla su ocupación principal. La traductora investigadora cuenta con un profundo conocimiento especializado, que le permite desentrañar fácilmente lo implícito en los textos científicos e identificar los conceptos con precisión. Es raro que haya recibido una formación en traducción o incluso en lenguas y, generalmente, aprendió de forma empírica, a veces con la ayuda de mentores de la industria editorial o de la universidad. Conoce perfectamente las necesidades de redacción y de edición del mundo académico meta y, en ese sentido, no duda en aconsejar a sus clientes (que la consideran como su par). Con su vasto conocimiento metodológico, la traductora revisará exhaustiva y profundamente la bibliografía sobre el tema antes de traducir. Sin embargo, sus competencias en gestión terminológica, estilística y traducción asistida por computadora pueden ser insuficientes y su “pluma” no siempre se adapta a un público más extenso. Si es especialista en el tema, también es más probable que tienda a superponer su propia interpretación en el texto.
La traductora editorial
El segundo perfil es el de la traductora editorial. Esta puede tener distintas trayectorias profesionales: algunas tienen un máster en traducción literaria, otras han llegado a ejercer esta profesión después de muchas digresiones. Su principal preocupación es transmitir la voz de la autora o del autor, lo cual es valioso en un tipo de texto que busca producir un pensamiento original. Esta traductora es una especialista de la escritura y las editoriales aprecian enormemente su capacidad para dar vida a un texto; además, suele tener un conocimiento particularmente profundo del área cultural de la lengua de partida. A veces, domina los fundamentos de una disciplina; no obstante, normalmente, se apoya en su amplia cultura general para comprender los conceptos de un texto. Por lo tanto, no se encuentra exenta de los cambios de sentido y a menudo necesitará que especialistas en la materia hagan una revisión cuidadosa de su traducción, para evitar caer en ese tipo de error.
La traductora especializada
Hay un tercer perfil que no se mencionó en mis entrevistas con las y los actores del sector: la traductora pragmática, técnica o especializada, que representa a la mayoría de quienes integran las filas de la Sociedad Francesa de Traductores. Esta ausencia se explica principalmente por la falta de permeabilidad entre las redes de traductoras especializadas y las de encargantes (editoriales o universidades). Las tarifas relativamente bajas que existen dentro de la edición de CSH, comparadas con las de la traducción técnica, jurídica o incluso financiera, también pueden desmotivar a las tituladas para seguir este camino.
No obstante, la traductora especializada no está completamente ausente de las filas de las profesionistas en ciencias sociales y humanidades. Además, no le hacen falta cualidades. Generalmente, se ha capacitado con profesionales de la traducción, ya sea en formación inicial (típicamente en másteres universitarios) o continua. Esto le ha permitido adquirir habilidades avanzadas en investigación documental, gestión terminológica, estilística, revisión y comunicación intercultural, pero también en traducción asistida por computadora. Estas herramientas le permiten encontrar y obtener rápidamente la información que necesita. De igual manera, posee conocimientos en traductología aplicada y en buenas prácticas que le permiten considerar una amplia gama de opciones de traducción. El enfoque hacia el producto meta de la mayoría de los cursos de formación y su experiencia para trabajar con una clientela muy diversa la hacen especialmente adecuada para adaptarse a públicos más o menos eruditos. Aunque rara vez cuenta con una formación disciplinaria avanzada en CSH, sus conocimientos en terminología la ayudan a apropiarse de los conceptos de un campo. Además, para establecer un paralelismo con otros sectores, se puede señalar que, en los ámbitos de la medicina, las finanzas, la ingeniería, las ciencias naturales e incluso el derecho, no suelen ser los grupos de profesionistas de estos campos quienes hacen las traducciones, sino las traductoras que se han ido especializando en estas disciplinas, mediante la formación continua y la investigación documental. Sin embargo, la traductora especializada está más acostumbrada a transmitir un mensaje que la “voz” autoral, lo que puede dificultar que traduzca con suficiente “fidelidad” determinado tipo de textos.
Ahora bien, este artículo no busca determinar qué perfil ofrece las mejores traductoras, sino definir la forma más adecuada de mejorar la oferta de formación existente.
Recomendaciones
Un máster profesional especializado en la traducción de humanidades no parece ser una posibilidad razonable en la actualidad, debido a las limitaciones del mercado [en Francia]. Por otro lado, los módulos optativos permitirían familiarizar al estudiantado de traducción literaria y especializada con la escritura académica, el trabajo bibliográfico, las distinciones conceptuales e incluso con los anacronismos, y, de esta manera, otorgarles una gran ventaja en sus primeros trabajos profesionales. De hecho, algunos cursos ofrecen módulos de este tipo, como el máster LLCER (Lenguas, Literaturas y Civilizaciones Extranjeras y Regionales) de ruso del Instituto Nacional de Lenguas y Civilizaciones Orientales (INALCO, por sus siglas en francés). Muchas y muchos académicos también están a favor de que a las futuras investigadoras e investigadores de CSH se les enseñe a traducir. ¿Esta gran idea será suficiente para crear el semillero de traductoras que se necesita en la investigación?
Parece más interesante desarrollar la educación continua de diferentes maneras. Como hemos visto, las profesionistas ya se han hecho cargo de esto mediante la creación de redes bajo la forma de asociaciones y seminarios. Se debe perseguir y ampliar este esfuerzo, estableciendo vínculos entre traductoras con distintas trayectorias. De hecho, terminar con la falta de comunicación y contacto entre las comunidades de investigación, edición y traducción pragmática permitiría a las practicantes compartir sus respectivas experiencias y competencias, y así evitar situaciones en las que la traductora, sola frente al texto, desperdicie su tiempo por falta de información. Las asociaciones jugarán un papel crucial para lograr establecer estos vínculos. Se deben fomentar residencias similares a la Fábrica de humanidades como plataformas para compartir experiencias y una formación horizontal. Además, varios proyectos exploran la vía del trabajo colectivo, que podría resultar educativo.
Me parece que también hay lugar para una enseñanza más vertical. Organizaciones como Servicios de la Sociedad Francesa de Traductores (SFT Services, por sus siglas en francés), el Instituto Superior de Interpretación y Traducción (ISIT, por sus siglas en francés) o incluso la Asociación Profesional de Trabajadores de la Traducción (Aprotrad, por sus siglas en francés) ofrecen varios cursos de uno a tres días de duración para traductoras especializadas en ejercicio, que cubren conocimientos de la disciplina y competencias prácticas, así como la capacidad de gestionar su propio negocio. Este último punto me parece importante: todavía son demasiadas las traductoras en ciencias sociales y humanidades que a menudo trabajan bajo regímenes simplificados (como el de microempresa o el de artista-autor) y que siguen sin conocer sus derechos, o, incluso, cómo declarar correctamente sus ingresos. Principalmente, se les debe informar sobre las distintas posibilidades de financiamiento para su formación continua, como los recursos de los Fondos Interprofesionales para la Formación de Profesionistas Liberales5 (FIFPL, por sus siglas en francés) o del Afdas6 (por sus siglas en francés). Sin embargo, también creo que es posible crear cursos breves sobre problemas de traducción en el ámbito de las ciencias sociales y de las humanidades, y que el verdadero reto será encontrar instructoras e instructores. La “Escuela de traducción literaria”, una formación francesa de un año para profesionistas en activo, creada por el Centro Nacional del Libro, podría ser un modelo a seguir.
El último aspecto de la formación que hay que establecer se relaciona más con las y los encargantes que con las practicantes. En verdad, es esencial que los sectores de la edición y la investigación tomen conciencia del valor de la traducción, de la dificultad que representa, de las competencias necesarias para llevarla a cabo, al igual que de los derechos que implica y que se deben respetar: la traducción es una profesión. En algunos casos, esta valoración simbólica debe ir acompañada de una revalorización financiera. Solo bajo estas condiciones, las traductoras podrán invertir en su formación, trabajar tranquilamente y ofrecer traducciones de calidad para el mayor beneficio de la investigación en ciencias sociales y humanidades.
Referencias
Association des Traducteurs et Éditeurs en Sciences Sociales. (s.f). Qu’est-ce qu’une bonne traduction en sciences humaines et sociales ? link
Berrichi, A. (2012). La traduction en sciences sociales. Traduire, 194, 16-28. doi
Sección de la revista. (2012). Cahier Traduire les sciences sociales. Traduire, 227. doi
European Master’s in Translation. (2017). Référentiel de compétences 2017. link
Frisani, M., McCoy, J. y Sapiro, G. (2014). Les traducteurs de sciences humaines et sociales aux États-Unis et au Royaume-Uni. En G. Sapiro (Ed.), Sciences humaines en traduction : les livres français aux États-Unis, au Royaume-Uni et en Argentina (pp. 158-174). link
Leclerc-Olive, M. (2011). Que fait ARTESS ? Les Cahiers d’ARTESS. link
Martorell, A. (2008). Les idées et les mots : la traduction en sciences humaines. Traduire, 217, 37-51. doi
Meriaud-Brischoux, M. (2011). Faut-il traduire les sciences sociales? Conférence des grandes écoles. link
Penser en plusieurs langues [Grabación de audio de las sesiones]. (2016-2019). link
Poncharal, B. (2007). Le “social science translation project” et la traduction des sciences humaines. Hermès, La Revue, 49, 99-106. doi
Rochlitz, R. (2001). Traduire les sciences humaines. Raisons politiques, 2(2), 65-77. doi
Sapiro, G. (Ed.). (2012). Traduire la littérature et les sciences humaines. Conditions et obstacles. Ministère de la Culture-DEPS. doi
Tymowski, A. W. y Heim, M. H. (2006). Pautas para traducir textos de Ciencias Sociales. American Council of Learned Societies.
Wallerstein, I. (1980). Concepts in the social sciences: problems of translation. En M. G. Rose (Ed.), Translation spectrum: essays in theory and practice (pp. 88-98). State University of New York Press.
Notas
1 Matoussowsky, C. (2019). La formation en traduction de sciences humaines. Traduire. Une autre perspective sur la traduction, 241, 6-18. doi
2 Traducción al francés de Bruno Poncharal (véase la bibliografía).
3 compétences linguistiques : maîtrise parfaite de la langue cible et connaissances suffisantes de la langue source pour en saisir toutes les subtilités ; spécialisation dans un champ de recherche particulier . . . dans lequel le traducteur doit être totalement immergé ; compétences littéraires, indispensables pour restituer l’ouvrage dans un texte esthétique, clair et adapté au public local.
4 la compétence de traduction . . . englobe non seulement la phase qui consiste véritablement à opérer un transfert de sens d’une langue à l’autre . . . mais également toutes les compétences stratégiques, méthodologiques et thématiques qui entrent en jeu avant, pendant et après la phase de transfert proprement dite.
5 N. de T. En Francia, una profesión liberal es aquella que se ejerce con total independencia, a título personal, bajo la responsabilidad personal del profesionista. De hecho, esta o este desarrolla su actividad de forma totalmente autónoma, sin el control de una o un superior jerárquico. A diferencia de una o un empleado, la o el profesional liberal no está sujeto a ninguna subordinación. Las profesiones liberales son, pues, actividades no asalariadas. Más concretamente, consisten en la prestación de servicios intelectuales, médicos, asistenciales o técnicos. Incluyen servicios de tipo no comercial con fines de lucro.
6 N. de T. Organismo estatal francés de financiamiento para la formación de las y los artistas, autores o profesionistas de sectores culturales, deportivos, de las telecomunicaciones, etc.