Año 4, Número 7, enero-junio 2023

 

Traducción y feminismo a través de Kim Ji-young, nacida en 1982

 

Por Nadia Alonso Pulido, Isabel Camacho Cortés, Andrea Contreras Abascal

Universidad Nacional Autónoma de México

Resumen

 

A lo largo de la historia en diversas culturas ha existido un paralelismo de jerarquización y subordinación entre la obra original y su traducción, el autor y la traductora, y el hombre y la mujer. El presente ensayo, basado en la novela coreana Kim Ji-young, nacida en 1982 (82 년생 김지영), establece distintas analogías entre esta obra y sus traducciones en español y en inglés (Kim Ji-young, Born 1984), para abordar las relaciones de subordinación anteriormente mencionadas, puesto que la cultura y la lengua cargan con la ideología de los grupos sociales a los que pertenecen. De igual manera, a partir del texto se evidencian tanto las similitudes relacionadas con la posición política de la mujer entre México y Corea del Sur como las redes comunitarias hechas entre mujeres y traductoras.

 

Palabras clave: cultura, lengua, traducción, mujer, Corea del Sur

 

Abstract

 

In many cultures throughout history, a parallelism has existed in terms of hierarchy and subordination between source text and translation, author and female translator, and man and woman. This essay compares the Korean novel Kim Ji-young, Born 1982 (82 년생 김지영) to its Spanish and English translations. It also highlights the previously mentioned subordinate relationships while noting that culture and language support the ideology of the society from which they originate. In addition, the source text not only provides evidence for similarities related to the political position of women in Mexico and South Korea, but also for community networks created between women and female translators.

 

Key words: culture, language, translation, women, South Korea

 


Ilustración: Edwin Monreal Alemán

 

“갓 지은 따뜻한 밥을 아버지, 동생, 할머니 순서로 >퍼 담는 것이 당연했고...원래 그랬으니까.

La regla indiscutible en la casa era servir el arroz recién hecho a su padre,

a su hermanito y a su abuela, siempre en ese orden.

- Cho Nam Joo (2016/2019)

 

세상이 참 많이 바뀌었다. 하지만 그 안의 소소한 규칙이나 약속이나 습관들은 크게 바뀌지 않았다. 그래서 결과적으로 세상은 바뀌지 않았다.”

El mundo había cambiado muchísimo, pero las pequeñas reglas, los pactos y las costumbres seguían sin actualizarse.

En conclusión, el mundo no había cambiado tanto.

- Cho Nam Joo (2016/2019)

Introducción

 

Kim Ji-young, nacida en 1982 (82년생 김지영), obra publicada en 2016, narra la vida de una mujer desde su infancia hasta el paso a la maternidad. La novela evidencia las dificultades a las que la protagonista se enfrenta por su género. Es la historia de una mujer común con la que cualquier mujer coreana podría identificarse debido a las microagresiones que enfrenta en el ámbito académico, el familiar, el laboral y el interpersonal, entre otros. No obstante, su trascendencia va más allá. Gracias al auge que tuvo la obra, se desató polémica y se abrió (una vez más) la discusión acerca de la misoginia, pues dio voz a la historia que comparten tanto las mujeres del país asiático como las del resto del mundo. El propósito del escrito es demostrar la existencia de un paralelismo estructural entre el rol de las mujeres y la labor traductora en la sociedad, a través de las traducciones al inglés y al español de la obra Kim Ji-young, nacida en 1982 (82년생 김지영). Debido a que nuestra intención es reivindicar el reconocimiento de la traductora, usaremos el femenino genérico a lo largo de este ensayo.

Cabe mencionar que, en Corea del Sur, durante los años noventa, década en que gran parte de la novela se sitúa, se abrió paso a las conversaciones de filosofía feminista, a la publicación de autoras a mayor escala, a la profesionalización y al posicionamiento en la vida política y laboral de las mujeres.

Se eligió la novela de Kim Ji-young, nacida en 1982, ya que, al igual que la escritora Sarah Shin (2020), consideramos que “The book has . . . touched a nerve globally”. Además, podemos apreciar que la traducción permite que obras como ésta sean conocidas fuera de su contexto de origen. Aunado a lo anterior, aunque la traducción es una gran herramienta informativa, bajo el enfoque de Estudios de Traducción basados en Género, que fue indagado por primera vez por Sherry Simon (1996) en su obra Gender in Translation (la cual fue elemental para el presente escrito), se deduce que la traducción ha sido una profesión que a lo largo de los años ha permitido que las traductoras y lectoras de todo el mundo construyan lazos de solidaridad y comunidades de apoyo para vencer las barreras lingüísticas. Por ello, se considera significativo el objeto de estudio, ya que evidencia la relación existente entre la actividad traductora, la subordinación de la mujer y la subordinación de la traductora.

 

Conceptos fundamentales

 

Ahora bien, ¿qué similitudes existen entre la actividad traductora y Kim Ji-young, nacida en 1982 (82년생 김지영)? Se pueden encontrar paralelismos estructurales y sistémicos entre ambos, puesto que tanto la traducción como la mujer han sido histórica y culturalmente feminizadas, y por ello invisibilizadas y subordinadas. La caracterización de la traducción como una práctica femenina, es decir, que sea feminizada, se ha dado debido a que la gran mayoría de personas que traducen han sido y son mujeres. La feminización de la labor ha conllevado a que ésta sea infravalorada, precarizada e invisibilizada, como lo son las mujeres en la sociedad.

Para comenzar a indagar en el tópico con mayor profundidad, es necesario aclarar los conceptos: traducción, cultura y lengua. Comenzaremos por definir traducción. Durante los años setenta Lawendowski (1978) define la traducción sin tomar en cuenta al entorno social como “la transferencia de ‘significado’ a partir de un conjunto de signos lingüísticos a otro conjunto de signos lingüísticos”. Por otra parte, Hatim y Mason (1990), en los años noventa, establecen que la traducción es “un acto comunicativo que tiene lugar en un contexto social”, por lo que consideramos adecuada la propuesta de Ran (2009), apoyada en Nida y Taber (1982), quien define traducción como “reproducing in the receptor language the closest natural equivalent of the source-language message, first in terms of meaning and secondly in terms of style” (p. 44). Esta definición engloba no solo que la traducción comprende cuestiones lingüísticas, sino que contiene un mensaje que se quiere transmitir.

En cuanto a la cultura, esta es concebida desde un punto de vista sociológico como “un todo complejo que comprende conocimientos, creencias, arte, moral, leyes, usos, costumbres y otras capacidades adquiridas . . . [al ser] miembro de una sociedad” (Bericat, 2016, p. 125). Gracias a la definición presentada, confirmamos que las primeras imágenes mentales que surgen están relacionadas con las tradiciones y costumbres, comida y religión, aunque en realidad es un “universo” más complejo. Antropológicamente hablando:

 

Culture is an expression of the achievements of the mind, and shows the cumulative effects of the activities of many minds. But it is not an expression of the organization of the minds constituting the community, which may in no way differ from the minds of a community occupying a much more advanced stage of culture. (Boas, 1901, p.11)

 

Teniendo en cuenta la amplitud que abarca la cultura, ¿cómo nos desenvolvemos en nuestro entorno si no es con la lengua? Saussure la define como “el producto social de la facultad del lenguaje y el conjunto de convenciones necesarias adoptadas por el cuerpo social” (Bigot, 2010, p. 47).

También podemos concebirla como

 

un sistema de elementos fonéticos y morfológicos que se rige por unas reglas, que presenta unos niveles y que se puede diferenciar en el orden estructural o significativo de acuerdo con el conglomerado de hablantes y los territorios que ocupe geográfica y políticamente. (Pinzón Daza, 2005, pp. 13-14)

 

En pocas palabras, existe una relación inseparable entre la lengua y la cultura ya que “la lengua es como la extrema manifestación de la mente de los pueblos” (Delgado León, 2001, p. 14). Algunos lingüistas contemporáneos consideran que la cultura es “un aparato semiótico constituido por diferentes sistemas, entre los cuales está la lengua” (Halliday, 1978, como se citó en Isidro Gómez, 2012, p. 19). Es decir, podemos entender a la cultura como una gran esfera, que, en su interior, posee esferas más pequeñas entre las que se encuentra la lengua. En cuanto a la relación entre traducción y cultura, las principales corrientes de la Traductología buscan un estudio de la primera que esté condicionado por el contexto sociocultural en que se realiza y por su función, y así afirmar que la traducción se produce tanto entre lenguas como entre culturas, es decir, como una actividad intercultural (Isidro Gómez, 2012, p. 19).

Al ser una actividad intercultural, es importante tener en cuenta el concepto de giro cultural, el cual de acuerdo con Ulloa Plaza (s.f), se debe entender como una respuesta a la crítica de las ciencias generada por la postmodernidad. Su objetivo principal es enfatizar el análisis de los agentes que interactúan en los contextos culturales (de poder y discurso en nuestro caso), así como prestar especial atención a los sistemas de significado. A esto está ligado el concepto de giro lingüístico, que “consiste en el reconocimiento de la importancia del lenguaje o discurso en la constitución de las sociedades. Las estructuras y procesos sociales, que eran vistas como determinantes de una sociedad y cultura, son cada vez más entendidas como productos de la cultura en tanto comunidad comunicativa” (Iggers, 2012, como se citó en Ulloa Plaza, s.f.).

Con lo anterior, entendemos que, para llevar a cabo el proceso de traducción, es necesario conocer la cultura del público meta (al igual que la del público de origen) para lograr que el texto sea lo más cercano al lector. Ya teniendo en cuenta ambas culturas, se requiere de una comprensión de ellas, una descodificación de cultura, que implica el productor o el que encodifica y el receptor o el que descodifica. Para que el mensaje emitido sea bien recibido, se requiere pasar de conocimientos lingüísticos y textuales a conocimientos extralingüísticos culturalmente específicos. En consecuencia, estos conocimientos hacen que el texto tenga una dimensión llamada coherencia cultural, es decir, el texto traducido tiene que encontrar un nuevo enraizamiento en la cultura meta, sin dejar a un lado el texto original y la cultura de origen. Por consiguiente, se podría decir que “[la traductora] no solamente tiene que considerar el modelo cultural . . . [del público] meta, sino también tiene que respetar la vinculación del texto original con la cultura base y así garantizar las coherencias intratextuales del translatum” (Hennecke, 2015, pp. 109, 112, 177).

Angelika Hennecke, en su texto Traducción y cultura: reflexiones sobre la dimensión cultural de textos y su importancia para la traducción (2015), nos presenta la apertura intercultural y los dos tipos de referencias culturales en los textos en los que se enfoca Jürgen Gercken: las referencias culturales explícitas y las referencias culturales implícitas. Las primeras “son realizadas a través de léxico o nombres propios con un contenido semántico culturalmente específico” (Gercken 1999, p. 113, como se citó en Hennecke, 2015). Las segundas “se manifiestan a nivel de una frase o de un texto, a través de relaciones textuales que no tienen una marcación explícita” (Gercken 1999, p. 113, como se citó en Hennecke, 2015).

En vista de lo anterior, la traductora debe considerar aspectos semánticos, pragmáticos, lingüísticos, textuales y culturales al momento de realizar su traducción, y así lograr la transmisión y preservación del mensaje original. Si se toman en cuenta los aspectos previos, se logrará sin dificultad la coherencia cultural. No obstante, la traductora debe estar en constante actualización, pues la cultura y la lengua están en constante cambio de manera simultánea al ser sistemas variables y dinámicos. Asimismo, para lograr que la traducción sea lo más adecuada posible, la traductora se basa en distintos métodos y técnicas para complementar su proceso de traducción. De acuerdo con la evidencia expuesta por Pym (2010) en su obra Exploring Translation Theories, diversas académicas y académicos han propuesto “theories of directional equivalence [which] are based on two opposed ways of translating, often allowing that there are possible modes between the two poles”1 (p.33).

Podemos apreciar en este tipo de teorías el modelo de Schleiermacher, pues ha sido la base para que diversos lingüistas puedan elaborar sus propios términos y acercamientos teóricos. Venuti, tomando en cuenta el modelo de Schleiermacher, propone dos métodos: el método domesticante (domesticating method), en el que el autor es traído a la cultura meta, es decir, se realiza una aculturación del texto origen al texto meta, y el método extranjerizante (foreignizing method), en el cual la lectora es transportada a la cultura de origen, debido a los extranjerismos presentados en la traducción. Asimismo, diversos autores y autoras se han sumado a la proposición de este tipo de teorías, como es el caso de House (2001), a quien abordaremos más adelante. (Venuti, 1995, p. 20, como se citó en Huang, s.f.).

De manera similar, otro excelente ejemplo de este tipo de acercamiento es el de Christiane Nord (2009), pues ella clasifica a la traducción en traducción-documento y traducción-instrumento.

 

Si la traducción-documento trata de transmitir al público meta la alteridad o distancia cultural del mundo (ficticio o antiguo) al que se refiere el texto, sin renunciar a una comprensibilidad inmediata del texto, podemos hablar de una traducción exotizante (es decir, el mundo conocido de los lectores de la cultura base se les presenta como “exótico” a los de la cultura meta). (p. 229)

 

Esta obra, al emplear el foreignizing method, es una traducción exotizante e inmediatamente se convierte en un instrumento funcional para poder representar una cultura externa a la del público meta. Nord (2009) lo denomina como traducción-instrumento. Esto quiere decir que uno se enfrenta a la funcionalidad del texto traducido frente al texto original y realizamos una comparación entre su funcionalidad, si es la misma (traducción equifuncional), si diverge (traducción heterofuncional) y sobre su originalidad en ambas lenguas (traducción homóloga) (pp. 230-231).

De igual forma, Juliane House (2001), para realizar su clasificación, toma en cuenta la lengua, el género textual, el registro y la función. En primer lugar, tenemos una traducción abierta u overt translation, en la que tanto el original como su traducción están apegadas a la cultura origen pero al mismo tiempo son independientes entre sí, rigiéndose por las convenciones del lugar. En cuanto a la traducción encubierta o covert translation, se requiere de un “filtro cultural” en donde tendrán lugar un cambio de registro y una adaptación (pp. 249-250).

 

Un vistazo dentro de Kim Ji-young, nacida en 1982 (82 년생 김지영)

 

Ahora bien, ¿cómo se puede relacionar todo lo anterior con el libro Kim Ji-young, nacida en 1982 (82년생 김지영)? Lo primero que se puede notar al leer la traducción de coreano a español es la extranjerización del texto. Esto es porque los nombres de los personajes están en coreano, al igual que algunas expresiones. Además, las prácticas culturales del contexto origen son conservadas en el texto en lugar de buscar equivalentes en la cultura meta. Gracias a los factores anteriormente mencionados, se puede decir que nos encontramos con referencias culturales explícitas y, como consecuencia, la lectora, a pesar de que puede sentirse identificada con la obra, sigue teniendo presente que la historia no está situada en su contexto sociocultural. Esta posible identificación con la obra depende de qué tanto la traductora domestique o extranjerice su texto.

Como es sabido, la interdependencia entre cultura y lengua está siempre presente en la vida del usuario. Por ello, se pueden encontrar a lo largo del texto múltiples elementos lingüísticos que dan razón de la ideología del país asiático. Por ejemplo, en la página 74 de la traducción al español, mientras Ji-young está en una cena de trabajo, pide un platillo llamado doenjang y algunos compañeros se burlan de ella al usar la expresión “chica doenjang (된장녀), que es definida como “una expresión satírica que refiere a las mujeres que, como dependen de sus padres o de un hombre, se dan toda clase de lujos”. Por otra parte, en la página 107, después de que Ji-young compra un café, tras haber sido rechazada al pedir trabajo en una heladería, y se sienta a tomarlo en una banca del parque, surge la expresión “madre parásita” (맘충). Así es como la llaman unos oficinistas que están en la banca de al lado, a la vez que dicen que ella solo se encuentra descansando y gastando el dinero que su pareja gana. En el español de México, ambos términos pueden compararse y equipararse en algunos aspectos con “ser mantenida” y eso da cuenta de la mujer como dependiente del hombre, incapaz de generar ingresos.

 

Paralelismo entre la actividad traductora y la posición de la mujer en la sociedad

 

Se puede ver claramente que la situación que viven las mujeres coreanas es sumamente parecida a la de las mujeres mexicanas, pero esto no se reduce a los últimos años de la historia de ambos países. En el año 1392, con el inicio de la Dinastía Joseon, en Corea, los patrones de conducta familiar derivaron del neoconfucianismo. Como consecuencia, se acentuó la jerarquización y se redujo considerablemente la participación de la mujer bajo un rígido sistema paternalista (Nair, 2018, p. 164).

De manera similar, aunque se piensa que la mujer del México prehispánico poseía el mismo estatus que el hombre, debido a que los roles de género implicaban la repartición equitativa del trabajo y el mantenimiento de la familia, esto es sólo una ilusión. La vida de la mujer giraba en torno al trabajo doméstico, el cuidado y educación de los hijos, ocupando un papel secundario, ya que no tenía participación en los ritos religiosos públicos o la política (Rodríguez, 1987, pp. 21-24). Desde aquel entonces hasta nuestros días, aun cuando las mujeres han logrado grandes derechos después de cada ola de feminismo, se siguen repitiendo tratos opresivos y violentos.

El que sea una historia común —aunque esto no justifique de ninguna forma los tratos opresivos que sufre la protagonista— es precisamente la clave por la cual cientos de lectoras coreanas, japonesas o de otros países se hayan sentido identificadas con esta historia. Esto se logra a través de referentes vacíos. Por ejemplo, Kim Ji-young es el nombre más habitual en Corea del Sur, así como lo es Jane Doe en países angloparlantes o María López en México. Ahora bien, ¿qué historia sobre una mujer común en Corea del Sur puede tocar fibras tan sensibles de lectores y lectoras alrededor de todo el mundo? Aquella sobre la mujer que lucha contra la misoginia, la violencia, la discriminación y la segregación.

Sin duda, muchos de estos elementos evidencian las similitudes culturales entre el trato a la mujer coreana y la mexicana. Cuando en el hogar de Ji-young están presentes, las jerarquías que colocan a su hermano y su padre como entes de mayor importancia. Cuando Ji-young debe usar falda, incluso en invierno, es reprendida si intenta usar el uniforme de deportes. Cuando Ji-young tiene su primer periodo, sufre un dolor incomprendido y debe ocultar ese hecho como si fuera algo de qué avergonzarse o decirlo a todos para celebrar su madurez y capacidad para procrear. Cuando en el trabajo puede ver cómo existe un favoritismo o trato especial a los hombres, a quienes se les asigna un rango y un sueldo más alto. Cuando sus clientes intentan aprovecharse de ella. Cuando sufre acoso en el transporte público. Cuando debe abandonar su carrera para cuidar a su hija. Cuando la acusan de ser una “mantenida” y de “haberse vuelto loca”. ¿No es cierto que más de una mujer mexicana podría identificarse y empatizar con ella?

Según la encuesta llevada a cabo por el INEGI en 2016, “el 66.1% de las mujeres mexicanas habían sufrido al menos un incidente de violencia emocional, económica, física, sexual o discriminación a lo largo de su vida en al menos un ámbito y ejercida por cualquier agresor”. Más ampliamente, en esta encuesta explican que las mujeres de 15 años o más han sufrido violencia en el ámbito escolar, ya sea propiamente en las aulas, en el transporte público o en la calle, la cual ha sido efectuada por maestros, compañeros, y desconocidos. En el ámbito laboral, al 11.8% de las mujeres encuestadas se les solicitó una prueba de embarazo al momento de buscar un trabajo. En este ámbito se violentó a las mujeres encuestadas tanto dentro como fuera del trabajo por parte de sus compañeros de trabajo, superiores y sus familiares. En cuanto al ámbito comunitario, han sido violentadas en espacios como fiestas, reuniones vecinales, viviendas particulares, mercados, centros comerciales, restaurantes, bares; en el taxi, iglesia, el transporte público, entre otros. En el ámbito familiar, “el 10.3% de las mujeres de 15 años y más, fue víctima de algún acto violento por parte de algún integrante de su familia, sin considerar al esposo o pareja”.

En el texto se presentan situaciones que evidencian la subordinación femenina existente. Por ejemplo, se dice que dar a luz a varones era preferible. Dichos tipos de diferenciaciones y actos preferenciales hacia los hombres están presentes en ambas culturas. Por ello, es interesante observar que, en español, se utilizan los morfemas -a y -o, que marcan el género gramatical en las palabras hijo e hija. En contraste, en coreano el género de estás dos palabras no está determinado por morfemas, sino que son dos palabras completamente distintas: 아들 (hijo) y 딸 (hija). Ahora bien, ¿cómo se han señalado algunos de los componentes históricos, culturales y agresiones hacia las mujeres? ¿Cómo se relaciona a gran escala con la traducción? La traducción, los productos de ésta y las traductoras pertenecen “to a world of roles, values and ideas” (Simon, 1996, p. 79). De igual forma, Spurlin (2014) confirma que la traducción intersecta con las condiciones sociales, culturales e históricas que la producen (p. 203). Aunque es posible confirmar de manera cuantitativa con estudios, como el de Schaeffner (2013), que la traducción es una profesión dominada por mujeres (p. 144), la feminización de ésta va más allá de únicamente cifras. ¿Qué relación existe entre el género y la traducción? Y, ¿qué similitudes existen entre la traducción de Kim Ji-young, nacida en 1982 (82 년생 김지영) y la traductora como ser humano dentro del proceso?

Es posible comprender estas interrogantes y encontrar su respuesta desde un punto de vista histórico. La labor traductora fue históricamente una de las pocas formas que tuvieron las mujeres (de clases altas) para obtener algún tipo de autoría. Desde entonces, la labor ha sido socialmente considerada como una actividad femenina. ¿Qué repercusiones ha tenido? Dentro del sistema social y cultural existe una subordinación que es posible analizar en tres categorías: a nivel disciplina (Literatura y Traductología); a nivel humano (autor y traductora) y a nivel obra (original y su traducción). Con respecto a lo anterior, Deborah Smith (2019), traductora de The Vegetarian (채식주의자), propone que “a society that doesn’t value women won’t value translation either”. No solo se subordina sino que se espera que la Traducción y, por ende, la traductora cumplan con características que han sido asociadas con la feminidad y conservan la secundariedad canonizada: invisibilidad y fidelidad.

Sin duda alguna, “the metaphorics of translation are a symptom of larger issues in society” (Simon, 1996, p. 9). Este tipo de argumentos son fundamentales si es que las traductoras como entes políticos no quieren replicar los discursos estipulados por la hegemonía patriarcal. El género en todas las áreas de la sociedad “[is] a fundamental organizing principle of social, economic, political, cultural, and religious life” (Lee, 2021, p. 248). Algunas traductoras, a lo largo de la historia, como Eleonor Marx (Simon, 1996, p. 64), Margaret Fuller (Simon, 1996, p. 62) y Emily Wilson (Smith, 2019), entre muchas otras, han sido conscientes de que al traducir se involucran con su entorno y con la obra en sí; en otras palabras, “women have translated in order to build communication networks in the service of progressive political agendas” (Simon, 1996, p. 2).

Sarah Shin (2020) nos comparte su percepción diciéndonos que “Kim Jiyoung can be seen as a sacrifice: a protagonist who is broken in order to open up a channel for collective rage”. A pesar de todo, las mujeres han encontrado un espacio no solo para comunicar y empatizar con otras sino también con ellas mismas. La rabia y empatía colectiva se ha reflejado en el número de copias vendidas. La traducción puede formar conexiones entre diferentes grupos a través de la comunicación, sin dejar de lado los componentes sociales, culturales y lingüísticos que divergen y distinguen las experiencias de las mujeres a nivel grupal e individual. Conectar y conversar entre diferentes tipos de feminismos a través de la escucha activa y la información es fundamental para la liberación colectiva e interseccional de la mujer.

En 2019 la versión al español, traducida por Joo Ha Sun, fue publicada por la editorial Alfaguara. En una de las sesiones del Recital de Literatura Coreana, de la cadena Korean Broadcasting System (KBS) (2020), se sabe que la traductora al español (como ente político) también se solidarizó con la historia de Kim Ji-young, pues comparte: “Me encanta que . . . haya sido mi primera traducción literaria . . . por la similitud entre la condición de la protagonista de la novela y la mía. Pues, yo misma podría ser Kim Ji-young, como tantas otras mujeres con las que uno puede toparse en las calles”.

De manera muy similar, Jamie Chang, traductora de la novela del coreano al inglés, habló sobre su experiencia durante el proceso de traducción en una entrevista hecha por Park Ju Won (2019) para el periódico Ewha Voice. Menciona que, aunque nació en Corea el mismo año que Kim Ji-young, la historia le abrió los ojos en cuanto a experiencias que ella no había vivido. Asimismo, la historia hizo que algunos recuerdos dolorosos de su infancia, relacionados con la misoginia que se vive día a día como mujer, resurgieran: “the book triggered my repressed memories such as how boys’ names always came first to girls’ when I was a child” (Park, 2019, párr. 4). Chang menciona en la entrevista que cuando acabó la traducción, comenzó a ver rasgos de Kim Ji-young en su vida cotidiana, “her graduate students were Kim Ji-youngs as they juggled raising kids, doing chores, and studying translation” (Park, 2019).

 

Conclusión

 

La traducción ayuda a la lectora de una lengua distinta a la que fue escrita la obra original a situarse en una cultura ajena. La función de una traducción va a depender del conocimiento, expectativas, valores y normas que las lectoras del texto traducido tengan sobre su propia cultura. Es un reto para la traductora identificarse y sentirse parte de la cultura original para que la lectora meta pueda compartir las experiencias que la de la lengua original atraviesa cuando lee el texto por primera vez. En este caso, la novela de Cho Nam Joo (2016), a través de sus páginas, construyó lazos de solidaridad y empatía entre mujeres de todo el mundo. Por este motivo, es esencial que la traductora logre recuperar desde los aspectos lingüístico-pragmáticos hasta los aspectos culturales, ya que son un punto clave al momento de traducir. Otro punto esencial es la decisión de la traductora de extranjerizar su traducción, lo que ayuda a que, a pesar de que se trata de una mujer coreana y de una cultura ajena, al leerlo las mujeres empaticen fácilmente.

Como se dijo al inicio, los distintos lazos de solidaridad y la creación de comunidades de apoyo entre las mujeres traductoras y lectoras de todo el mundo son el resultado de una profesión que a lo largo de los años ha permitido el rompimiento de barreras lingüístico-culturales. Esta novela es uno de los ejemplos más palpables de esta unidad, gracias a que se ha traducido a diversas lenguas, lo cual ayuda a que se difunda más esta solidaridad y empatía. Además, somos capaces de conocer otras culturas de forma indirecta, así como otros puntos de vista y estilos de vida alrededor del mundo. Esta es la magia de la traducción.

Al final del día, traductoras, lectoras, mujeres, todas somos Kim Ji-young.

Referencias

 

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Notas

 

1 “Teorías de equivalencia direccional basadas en polos opuestos al traducir, que permiten modos intermedios entre ambos polos”. (Traducción propia)